Hace falta más prevención! Una forma de pensar y de actuar; un valor y una forma de vida.
El accidente es un evento multidevastador: mata, hiere, destroza, paraliza, afecta, desmoraliza, interrumpe, frustra, estresa, cuesta, cercena, incapacita, retrasa,… ¡y muchas cosas más!
No en vano, entonces, el accidente es catalogado por los especialistas, en su propia definición, como un acontecimiento no deseado.
Si nos concentramos por ejemplo en la parte humana, veremos que cada año mueren en el mundo alrededor de dos millones de personas en accidentes laborales. ¡Es como una gran guerra! Nuestros países latinoamericanos son, desde luego, más afectados que los países desarrollados. Muchos son los que quedan incapacitados de por vida… y no menos de un diez por ciento de todos los trabajadores sufre algún tipo de lesión incapacitante.
Las cifras de cada país pueden, en algunos casos, ser muy conocidas y tal vez repetidas majaderamente… ¡pero aún así es imposible transmitir a otros su brutal significado!
¿Cómo transmitir, por ejemplo, lo que significan estos accidentes para las miles de viudas, madres o novias que repentinamente son sentenciadas a una vida diferente? ¿Cómo transmitir lo que significan, realmente, estos accidentes para los millones de niños, adolescentes o jóvenes del mundo que cada año pierden a su progenitor, lo que hace cambiar, a veces radicalmente, el rumbo de sus vidas, en todo sentido? ¡Es imposible!… pero bien vale la pena un esfuerzo de reflexión y de empatía, intentando ponernos en su lugar para entender y “sentir” lo que para ellos puede significar.
Pero también debemos reflexionar sobre lo siguiente: ¡todos estos accidentes pudieron haberse evitado… y la mayoría de ellos sólo tomando medidas preventivas razonables!
La supervisión y la dirección superior de las empresas pueden hacer mucho para disminuir este verdadero flagelo. Es cierto… pero también hace falta preguntarse: ¿Cuántos de estos accidentes pudieron haberse evitado por la propia víctima? Sin duda que muchos; porque, independiente de lo que haga la empresa, al final, en la mayoría de los casos, la seguridad del trabajador está en sus propias manos.
Pero mirar hacia atrás tiene sentido y valor sólo si tenemos la capacidad para sacar conclusiones positivas de estas experiencias negativas y, sobre todo, la voluntad para enmendar nuestro proceder hacia el futuro.
Pero también, el significado económico que los accidentes tienen para las empresas y para el país, es demoledor: daños a equipos, a maquinarias, a herramientas, a instalaciones, a materias primas y a productos elaborados; así como también las pérdidas debidas a paralizaciones de faenas y procesos, producto de accidentes, no pueden dejar indiferentes a quienes dirigen las empresas y sus distintas áreas dentro de ellas.
Pero hay más aún. La prevención, en su concepción moderna y su significado amplio, es sinónimo de Trabajo Bien Hecho. Mejor aún, prevención consiste en: “Hacer bien, lo que es necesario hacer, para lograr lo que se quiere lograr”.
En otras palabras, la prevención consiste en hacer lo que haya que hacer, sin Derroches, sin Defectos, sin Daños y sin Deterioros; procurando, por lo tanto, mantener los mejores estándares en productividad, calidad, seguridad y medio ambiente, respectivamente.
Se trata de algo crucial para las empresas, puesto que el Factor 4D Negativo (derroches, defectos, daños y deterioros), es un gran virus que corroe la eficiencia de las empresas, constituyéndose en la causa de quiebra de una canti- dad importante de empresas, así también como el factor que explica los resultados en rojo o positivos pero menguados.
¡Pero las cosas pueden cambiar! ¿Qué hace falta para ello?
En primer lugar, hace falta respeto. Respeto de cada cual a su propia persona; respeto, a su propia vida; respeto, también, a su familia. ¡Cuántos riesgos corremos, innecesariamente, por falta de respeto a nosotros mismos! ¡Hace falta, también, más prevención! La prevención es “Acción precedida de reflexión”; es la facultad que tenemos los seres humanos, que va más allá del mero instinto de conservación tan desarrollado en otras especies de nuestro reino.
La prevención es una forma de pensar y de actuar; es, en definitiva, una forma de vida.
Hace falta, transformar la prevención en un valor personal, así como también en un componente estratégico de alto valor gerencial. Suficiente como justificar los esfuerzos directivos y de liderazgo, para generar y desarrollar una Cultura Preventiva orientada a: “Hacer bien, lo que es necesario hacer, para lograr lo que se quiere lograr: Sin derroches, defectos, daños y deterioros”.
La Nueva Empresa requiere, sí o sí, una verdadera “Cultura Preventiva”.
Texto extraído de:
La Nueva Empresa (2008)
Ing. Samuel Chávez Donoso